El camino de un aprendiz de hortelano se tuerce de la manera más tenebrosa cuando se comienza a leer un pliego de condiciones administrativas para la concesión de una parcela de suelo público con el fin de poner en marcha un huerto urbano comunitario. No hay nada más repelente, en materia literaria, que una sucesión de folios redactados en tono jurídico-administrativo-distante que finalmente te vienen a exigir más requisitos y compromisos que una prueba de acceso a bombero.
Hay que respirar profundamente, visualizar tu futura cosecha de tomates con sus arbustitos vecinos de albahaca fresca ondeando en las cálidas tardes de primavera… y ARMARTE DE PACIENCIA.
- Es imprescindible darse el atracón de lectura inicial. Por feita que parezca la prosa, aún sabiendo de la inexistente rima y de su puerrismo conceptual. La letra pequeña, aún con su insignificante tamaño, puede mandar nuestra onírica visión tomatera al carajo.
- Toma el tiempo necesario hasta que te quede clarito como el agua el apartado que suele llamarse «capacidad para concurrir», lo que traducido al castellano de calle es » ¿quién puede presentar esta solicitud?
En este segundo punto hay que detenerse a valorar las opciones:
- Frecuentemente, es un requisito obligado que la solicitud se haga por parte de una entidad o asociación con registro legal. Acceder de forma personal, o entre un grupo de amigos es bastante inusual, ya que la Administración es mas partidaria de entablar este tipo de relación con estructuras que tengan capacidad de responder económicamente a sus exigencias sin poder diluir responsabilidades e incluso por poder comprobar un histórico de proyectos de relevancia social.
- Partiendo de este punto anterior, es muy recomendable hacer un sondeo de asociaciones vecinales, culturales, sociales…que puedan llegar a cumplir estos requisitos y por sus motivaciones puedan estar interesadas en apadrinar nuestro proyecto.
- Evidentemente, si el plazo de presentación de solicitudes lo permite, podemos elegir conformarnos como una nueva agrupación o asociación, pero en nuestra opinión ni los cortos periodos de cesión de los terrenos ni el cometido final de un huerto urbano «comunitario» lo justifican.
- Una vez elegida la vía con la que nos presentaremos como solicitantes, agiliza bastante el proceso, desdoblar las tareas entre varios miembros:
✔️ Revisar la vigencia y actualizar, en caso de ser necesario, toda la documentación a aportar adicional al proyecto técnico.
✔️ Documentarse y desarrollar un buen proyecto de huerto urbano. Siempre hay alguien que ha tropezado con la misma piedra antes que nosotros y dentro de la creciente comunidad de aficionados al lechugueo urbano reina un espíritu altruista en pro de colonizar terrenos yermos al asfalto y verlos florecer por todos los rincones de las ciudades. Pon una Red de Huertos Urbanos en tu vida.
✔️ Buscar apoyos y patrocinadores de calado social. Importante asegurarse de que comparten vuestra visión del proyecto y documentar la futura participación en un escrito firmado para adjuntar, de forma adicional, a la documentación requerida para la solicitud.
A partir de aquí, lo más sencillo será imprimir y entregar la documentación en fecha. Lo difícil, pero también lo que nos ha traído hasta este punto, será convertirnos en trabajadores de la tierra, adoradores de la lluvia suave y los cálidos rayos de sol…si como esperamos, esta tierra nos es concedida.